Después de anoche, cuando al fin llega la mañana, consigo un poco de paz en la ducha. Abro el agua fría, y cuando siento como las gotas de agua helada resbalan por mi piel, me olvido de todo, salvo de que soy el Alfa, y tengo una responsabilidad con mi manada.
Salgo de la ducha aterido de frío, me enrollo una toalla en las caderas y me paso la mano por mi corto pelo para comprobar que todo esté en su sitio.
Cuando entro a la habitación,no m sorprende encontrar a mi Beta sentado en el escritorio trasteando con su teléfono móvil. Beta Michael es un romántico, y no había querido tener móvil hasta hace un año, o así, cuando le llevé un teléfono de última generación, bien envuelto en papel de regalo, y se lo di en una de nuestras reuniones. Al principio, me miró malhumorado, y me dijo muy claramente que solo lo utilizaría para comunicarse conm