Cedric, roto... pobrecito, quien quiere consolarlo?
Capítulo 68 —El nombre titilandoNarrador:La ciudad la recibió con indiferencia. Igual que siempre. Pero nada en ella era igual.Desirée bajó del avión con el cuerpo tenso y el alma hecha cenizas. Tomó un taxi, dio su dirección con voz hueca y no pronunció otra palabra en todo el trayecto. El conductor no preguntó. No era necesario. Ella irradiaba esa clase de tristeza que uno aprende a no mirar directamente.Al llegar a su edificio, subió arrastrando el equipaje. Abrió la puerta del apartamento con movimientos automáticos, como si el cuerpo supiera qué hacer mientras la mente seguía allá, en otro lugar, en otra cama, en otra casa.Dejó las llaves tiradas. El bolso en el suelo. La chaqueta en el respaldo del sillón. La bufanda, a medio colgar de la lámpara. Todo era abandono. Todo era vacío.Se desvistió por el pasillo, dejando un rastro de ropa que nadie recogería. Entró al baño. Encendió la ducha. No esperó que el agua calentara. Se metió igual. Cerró la mampara y se quedó quieta,
Capítulo 69 —CloroformoNarrador:La oficina seguía igual. Muebles oscuros, persianas semiabiertas, el escritorio impecable y el aroma inconfundible a papel y café viejo. Desirée dejó el bolso sobre la silla auxiliar, se quitó el saco y lo colgó en el respaldo. Luego se sentó, encendió el ordenador y abrió una libreta nueva. El reloj marcaba las ocho y cinco.A las ocho y diez, la misma asistente que la había recibido en recepción apareció en la puerta con una carpeta en la mano.—Doctora Duval, aquí están los formularios para dejar sin efecto su licencia. Solo falta su firma, ya que el fiscal en jefe ya firmó.Desirée la miró, asintió con una leve sonrisa.—Gracias. Dejálos aquí, en cuanto termine con esto los reviso.La mujer los depositó sobre el escritorio y se marchó sin más.Apenas unos minutos después, un golpe seco en la puerta le anunció una nueva visita. Se abrió de inmediato.—¿Se puede interrumpir?El fiscal en jefe, Eugenio Ferreira, entró con dos carpetas bajo el brazo
Capítulo 70 —Ya, déjala irNarrador:—No voy a firmar —repitió Cédric, sin levantar la voz, pero con esa obstinación que Margot ya conocía demasiado bien.—¿Y qué vas a hacer, entonces? ¿Seguir con esa carpeta en el escritorio hasta que se convierta en un monumento a tu cobardía?Cédric no respondió. Solo desvió la mirada hacia la ventana, como si así pudiera borrar lo que acababa de oír.Margot lo observó durante unos segundos más, esperando una señal, un gesto, algo. Pero no hubo nada. Solo ese silencio frío, muerto, como todo lo que había dejado atrás.Giró sobre sus talones sin decir una palabra más. Caminó hasta la puerta y la cerró de un portazo tan violento que el marco tembló. Del otro lado de la oficina, un cuadro colgado en la pared, uno que contenía uno de los diplomas de especialización de Cédric, cayó al suelo. El vidrio estalló en mil pedazos.No se detuvo a mirar. Ni se arrepintió. Caminó directo al despacho de Adrien, con pasos duros, furiosos. Abrió la puerta sin toca
Capítulo 71 —CervezasNarrador:La tarde caía lenta en la ciudad. El sol teñía las ventanas de la fiscalía con tonos dorados mientras Desirée repasaba, por enésima vez, el mismo párrafo de la declaración de un testigo. No le entraba, no porque no entendiera, sino porque no le importaba. Ya que llevaba días funcionando en automático.La carpeta seguía abierta frente a ella. El café frío. La chaqueta colgada del respaldo. Todo igual que hacía dos semanas. Excepto por su corazón, que ya no dolía con la furia de antes, sino con ese cansancio agrio que se instala cuando el duelo se vuelve rutina.El teléfono sonó.—Doctora Duval, tiene una llamada, del Doctor Villagrán.—Muchas gracias, pásamela —respondió de manera instantánea, sin reparar siquiera en el nombre anunciado por su secretaria.—¿Sigo teniendo permiso de invitarte a una cerveza o eso expiró con la luna llena?La voz la descolocó. No por desconocida, sino por inesperada. Tardó medio segundo en reconocer el tono relajado, casi
Capítulo 72 —Que sea felizNarrador:El consultorio olía igual que siempre. Alcohol, papel y silencio.Cédric empujó la puerta con el hombro, entró sin prisa y dejó las llaves sobre el escritorio. La carpeta seguía allí. Exactamente donde Margot la había dejado semanas atrás. Ni un centímetro movida. Como si lo esperara.Se dejó caer en la silla con un suspiro. Se pasó una mano por el rostro, luego por el cabello. Los dedos se quedaron en la nuca unos segundos, como si el contacto pudiera ordenar algo por dentro.Miró la carpeta. Y por primera vez en días, la abrió. Releyó el contenido como si no lo supiera de memoria. El formulario, las cláusulas, las firmas. Todo excepto la suya. La última línea en blanco. Y sobre todo, ese nombre que sobresalía con una pulcritud clínica.Doctora Desirée Duval.Respiró hondo, bajó la mirada, estuvo a punto de cerrarla, pero no lo hizo.La mantuvo abierta. La contempló un instante más. Y, como si una decisión tomara el control de su cuerpo, tomó una
Capítulo 1 —Una despedida de soltero cualquieraNarrador:La música vibraba en el suelo y las luces danzaban como llamas entre la multitud. Ella entró al club nocturno junto a sus amigas, después de una larga semana en la oficina. No esperaba nada fuera de lo común. Solo quería beber algo fuerte, bailar un poco y olvidar que su vida estaba completamente programada.Tenía veinticuatro años, era abogada, decidida, con una belleza que llamaba la atención sin que lo buscara. Llevaba un vestido negro que marcaba sus curvas con la elegancia justa para destacar, pero no parecer desesperada por hacerlo.—Mira allá —murmuró una de sus amigas —Un grupo de hombres celebrando. Parece una despedida de soltero.—¿Cuál será el afortunado? —preguntó otra con una sonrisa maliciosa.Ella los observó. No se interesó en los que hacían ruido, en los que brindaban o se reían escandalosamente. Su mirada se detuvo en el hombre apartado del grupo, de pie junto a la barra. Llevaba la camisa blanca arremangada,
Capítulo 2 —Aquella nocheNarrador: El silencio en la habitación estaba roto apenas por el sonido de sus respiraciones entrecortadas. La sábana a medio cubrir, la piel húmeda, el cuerpo aún vibrando del orga*smo. Ella yacía boca arriba, con los ojos en el techo, mientras él, a su lado, seguía mirándola como si aún no pudiera creer lo que había pasado.—Aún no me has dicho tu nombre —murmuró él, con la voz grave y cargada de deseo contenido.Ella giró el rostro hacia él, con una sonrisa ladeada, aún sin aliento.—¿Y tú el tuyo?Él estiró la mano y le retiró un mechón de cabello de la frente.—Damas primero.—Lucía —dijo ella, sin pestañear.—Daniel—respondió él, después de un segundo de pausa, como si saboreara la idea de decirlo solo para ella.—Encantada, Daniel —susurró, con una sonrisa pícara —Aunque creo que ya nos conocemos bastante bien, asi que nada de apellidos.—Todavía no lo suficiente —murmuró él mientras se inclinaba sobre ella otra vez.La besó, lento al principio. Su le
Capítulo 3 —La invitaciónNarrador:El sonido de las llaves al caer sobre la mesita de entrada fue lo único que anunció su llegada. La joven cerró la puerta de su apartamento y se quitó los tacones como si le pesaran siglos. Aún tenía las mejillas encendidas y los labios sensibles. Se pasó los dedos por el cuello, allí donde él la había besado con fuerza, dejando marcas que no se borraban tan fácil.—¿Dónde demonios estabas? —preguntó su amiga Margot desde el sofá, con una taza de café en la mano y cara de curiosidad insatisfecha.Desirée soltó un suspiro mientras caminaba directo a la cocina.—No me lo vas a creer.—¿Te fuiste con uno de la despedida de soltero?Desirée se quedó en silencio, tomó una botella de agua y se la llevó a los labios. Cuando volvió a mirar a Margot, tenía una sonrisa maliciosa pintada en el rostro.—No solo me fui con él... me lo follé como si el mundo se fuera a acabar esta noche.Margot abrió los ojos como platos y se enderezó en el sofá.—¡No jodas! ¡¿Des