James se acercó a la oficina de presidencia, acomodó el nudo de su corbata y luego ingresó sin tomarse la molestia de llamar a la puerta, en sus manos sostenía un ramo de flores, Emily se levantó de la silla, tomó el bolso de mano y dibujó una leve sonrisa en el rostro.
—Flores para la flor más hermosa —comentó James acercándose a ella.
Emily las recibió y de inmediato las llevó a su nariz; estaba dispuesta a ceder, dispuesta a hacer aquello que jamás creyó que haría.
—Gracias James, eres muy amable —respondió ella fijando su hermosa mirada en la suya.
—Lo prometido es deuda, una cena espera por nosotros, así que hazme el favor de acompáñame —James le brindó el brazo y ella se tomó de él, Emily se sonrojó, no se sentía cómoda.
Al salir de la oficina de presidencia Emma y el resto del personal se sorprendieron, Emily mantuvo la postura, lo que se vendría sería la presencia de James en la empresa y no simplemente como de un arrimado, estaría ocupando un puesto muy importante.
James