Los dos guardaespaldas se detuvieron de inmediato en el momento en que lo escucharon gritar.
Thomas se cubrió el abdomen con las manos y continuó acurrucándose en el suelo con dolor.
Sylvia quiso ayudarlo a levantarse, pero fue atraída hacia los brazos del hombre que estaba detrás de ella.
Se estrelló contra su pecho y descubrió que su cintura estaba sujeta por sus largos brazos.
Luego fue levantada sobre su hombro, como un saco de patatas.
Sus grandes pasos y su paso acelerado le permitieron salir de casa en un abrir y cerrar de ojos.
En la noche oscura, su expresión permaneció sombría, haciéndolo parecer un ángel de la muerte que se está cobrando una vida.
Sylvia se encogió de miedo y no se atrevió a moverse.
Vio a los guardaespaldas salir de la sala de estar, por lo que tuvo que asumir que Thomas estaría a salvo por ahora.
En poco tiempo, la sacó de la sombra y llegó a un espacio abierto.
Su coche deportivo negro había sido estacionado allí.
Sylvia fue empujada