La respuesta inmediata de Caprice fue una confirmación de su bienestar, pero un pensamiento fugaz la impulsó a expresar un sentimiento más profundo.
—Me las arreglo, pero no puedo decir que esté contenta. Me debes una disculpa—, declaró, con un tono teñido de una pizca de exigencia.
Los ojos de Liam se entrecerraron ligeramente mientras esperaba sus términos. Su voz, suave y seductora, mantuvo su calidad seductora, insinuando una intriga más profunda.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó, su curiosidad despertada por la asertividad de Caprice.
Respondiendo a su indicación, Caprice le hizo un gesto para que se acercara. Liam obedeció, acortando la distancia física entre ellos hasta que sus caras estuvieron a sólo unos centímetros de distancia, el aire electrizado por la anticipación.
Con un beso rápido y juguetón en su mejilla, Caprice giró rápidamente y se dirigió hacia el auto que esperaba, con una sonrisa juguetona bailando en sus labios, dejando a Liam momentáneamente des