Sherry notó la expresión sombría en el rostro de Caprice y la saludó con cierta rigidez. Había pasado un tiempo considerable desde su abrupta desaparición.
—Hola, Caprice. Soy mami.
Caprice respondió de manera reservada:
—Lo sé.
Sherry ofreció una explicación:
—Lo siento hace un momento; no fue intencional.
Los ojos de Caprice temblaron.
—Bien.
Ella parecía algo apaciguada.
Sherry deseaba tomar a Caprice en sus brazos, pero dudó porque John ya la estaba abrazando. La incomodidad de estar cerca de John era abrumadora; no podía soportar acercarse más a él.
Frunciendo el ceño, miró con nostalgia a Caprice. Haciendo acopio del coraje que le quedaba, Sherry contempló la posibilidad de acercarse a John cuando, inesperadamente, éste soltó a Caprice.
Sacudió suavemente la cabeza de la niña y la animó:
—Vamos, ve con mamá.
Pronunció esto mientras mantenía contacto visual con Sherry, su comportamiento ahora notablemente diferente.
Sherry frunció el ceño y desvió la