El segundo piso contaba con un espacio considerable y ofrecía una vista panorámica de la costa.
Todos los invitados habían tomado asiento y se preparaban para hacer sus pedidos.
Sherry seleccionó un asiento al azar, intentando calmar su corazón agitado.
Una tensión palpable surgió dentro de ella, sus pensamientos regresaron a la imagen de John y Caprice mirándola. Reconoció la emoción genuina en los ojos de Caprice al finalmente verla.
La comprensión de que podría haber herido a Caprice al ignorarla pesaba mucho en su corazón.
Su pulso se aceleró.
Incluso sus empleados notaron que algo andaba mal y expresaron preocupación.
—Presidenta Sherry, ¿está todo bien?
Sherry se recompuso rápidamente y ofreció una vaga excusa.
—No me he sentido bien últimamente, pero no es nada de qué preocuparse. Adelante, pide algo de comer; no me hagas caso.
—Está bien, sólo quería asegurarme de que estás bien. ¿Aún te molesta lo que dijeron la señorita Ada y los otros Sager?
—Jeje..