John no permitió que Sherry terminara e informó a Caprice:
—Sí, ella es esa engañadora.
Caprice frunció sus pequeños labios y lanzó una mirada enojada a Sherry.
Su expresión parecía transmitir:
—¡Ni siquiera intentes mentirme otra vez, engañador!
Sherry sintió como si se le hubiera clavado una espina en la garganta. A pesar de apretar los puños, pronto logró sonreírle a Caprice una vez más.
—Caprice, realmente no soy un mentiroso. Soy tu…
John la interrumpió nuevamente y afirmó:
—Ella es una mentirosa, Caprice.
Caprice rápidamente levantó sus pequeñas manos para taparse los oídos. Después de mirar a Sherry nuevamente, giró su rostro y lo enterró en el cuello de John, aparentemente indicando que no lo engañarían nuevamente.
John lució una sonrisa de satisfacción mientras miraba a Sherry.
Incapaz de contenerse, Sherry gritó:
—¡Soy tu madre, Caprice!
Caprice, que se tapaba los oídos, volvió la cara para mirar a Sherry.
John frunció el ceño, evidentemente n