John le subió el cuello y las mangas a Flint.
Flint tenía un cuerpo fuerte. La piel debajo de sus hombros, axilas y otros pliegues de la piel era clara y suave y no mostraba anomalías.
¿Qué le puede pasar?
John estaba a punto de admitir que no podía entender, cuando un olor acre golpeó su nariz.
Mantuvo la expresión y miró a la mujer, que miraba a Flint con preocupación.
—Flint, ¿qué te pasó? ¿Se lo puedes decir a la tía? Sherry tomó la mano de Flint con fuerza, su cara llena de preocupación.
John frunció los labios. Luego, con una expresión seria, dijo:
—Es posible que no sienta bien las nalgas.
—¿Qué? —Sherry miró a John confundida—. ¿Cómo sabes que sus nalgas no se sienten bien?
Sólo estoy haciendo una suposición. Todavía no estoy segura de eso. John levantó a Flint y giró sus nalgas hacia Sherry.
Tocó el trasero de Flint con la mano. Eran suaves y parecían no tener problemas.
John notó la mirada en su rostro y agregó.
—No puedes saberlo con solo tocarlos. T