Al ver que Odell la había rescatado a la hora de comer, Sylvia decidió darle un descanso.
Puso su mano sobre la de él.
Las cejas oscuras del hombre en los ojos profundos y dulces reflejaron su sorpresa. Sin embargo, la curva de sus labios no tardó en seguir cuando tomó su mano.
—Tómate tu tiempo. Cuida tus pies.
Sylvia volvió la cabeza y lo ignoró.
Odell apretó los labios en silencio.
Por otra parte, John se acercó al autobús detrás de Odell.
De pie junto al asiento de Sherry, John la miró de arriba abajo antes de preguntar con una sonrisa:
—¿Necesitas mi ayuda para bajar del autobús?
Cuando el regocijo se desvaneció de su rostro, Sherry imitó su sonrisa falsa y respondió con una pregunta:
—¿Estás dispuesta a ayudarme?
—Depende si lo necesitas.
—Lo necesito si tú lo quieres, pero no lo necesito si tú no lo quieres —Él no era el único que tenía una habilidad con las palabras.
John nunca rompió carácter con su sonrisa.
—Lo quiero si lo necesitas. No lo qui