La ex esposa infiel del CEO
La ex esposa infiel del CEO
Por: Celeste Kaomy
Infidelidad

Kate sentía la cabeza darle vueltas, no debió tomar ese trago que le ofreció David, solo tomó un sorbo, pero se sentía extraña.

Ella miró nerviosamente al hombre sentado en su cama junto a ella y su mente comenzó a correr con pensamientos frenéticos.

Este hombre no era su marido, entonces… ¿por qué no le impidió entrar en su habitación? ¿Por qué estaba dejándolo sostener sus manos y mirarla de forma que la ponía muy incómoda?

—Lamento haber venido a tu casa sin avisar antes, Kate. —David le sonrió con amabilidad—. Es que desde la última vez que nos vimos no pude dejar de pensar en ti. —Soltó una de sus manos solo para llevar su mano enguantada con guante de seda a acariciar su mejilla.

Kate se sonrojó sin poder evitarlo.

Oh sí, recordó, este hombre era David Hans Vogelsberg,CEO de una empresa rival a la de su marido.

La última vez que se vieron fue en un bar, y ella estaba llorando debido a lo deprimida que se sentía por el hecho de que su matrimonio parecía estarse desmoronando.

David la consoló y le ofreció una copa. Cuando ella estuvo muy aturdida y más deprimida por la bebida, él la besó.

Ella había huido después de eso, y en toda la semana no pudo mirar a su esposo a los ojos, sintiéndose culpable por haber sido besada por otro hombre.

—Yo lo lamento por haber llorado de esa manera delante de ti. —Se frotó el brazo incómodamente, apartando su rostro lejos de su mano—. P-pero… ¿Qué haces aquí? —Pestañó perpleja al mirarlo—. ¿Y por qué te metiste en esta habitación? David, no creo que sea correcto que…

—Creo que sabes muy bien qué hago aquí. —Sonrió al verla sonrojarse más—. Kate, nunca te olvidé desde que fuimos novios en secundaria, y me llena de rabia verte sufrir por un matrimonio infeliz con Ethan Di Castro, siempre supe que no te merecía.

Ellos habían sido novios en la secundaria por solo unos meses, hasta que ella rompió con él por estar enamorada de Ethan, su actual esposo que en su adolescencia le había jurado amarla para siempre, pero ahora parecía amar más a su trabajo.

—Mira, te traje esto. —Le ofreció una pequeña botella de lo que parecía ser un vino muy caro—. Bebe un poco.

—Es muy temprano para eso, David…

—Vamos, solo un poco —insistió y finalmente ella accedió, pero solo tomó un trago.

Extrañamente, solo con ese trago ya se sintió bastante mareada.

David, al ver que tomaba un sorbo y al verla tragar dicho sorbo, sonrió complacido, de repente inclinándose más cerca de ella.

—Divórciate, Kate. Divórciate de él y vuelve conmigo, así es como las cosas siempre debieron ser. —Tomó sus mejillas y le plantó un beso en los labios.

No, no era correcto.

Quería desesperadamente alejar a David y decirle que esto no era correcto, pero ella no se sentía con fuerzas en lo absoluto. Y David la tomó de las muñecas y le impidió alejarse. Sin embargo, al sentir como de repente era impactada contra el colchón, rápidamente liberó sus muñecas del agarre de David y lo apartó de un empujón, al mismo tiempo que escuchaba un golpe seco de algo chocando contra el piso.

Volteó la cabeza bruscamente a la puerta del cuarto, jadeando horrorizada al ver a su esposo tomado de la mano de su hijita de siete años mirándola ambos con el espanto y el shock grabados en sus facciones.

La maleta con la que él se iba a trabajar todos los días y la mochilita de su hija estaban ambas cosas tiradas en el suelo, debieron soltarlas al verlos y eso fue lo que provocó el sonido que oyó.

—¿Mami? —La voz de su pequeña sonó llena de confusión, dolor y decepción. Sus espantados ojitos llenos de lágrimas le rompieron por completo el corazón.

Ethan aún sostenía con firmeza la mano de su hija, mirando de su esposa a su rival de los negocios y de la escuela secundaria. Sus ojos estaban muy abiertos, no había rastros de ira o decepción o dolor, él solo se veía… completamente incrédulo.

—Bueno… —David acomodó sus elegantes ropas y su cabello rubio perfectamente peinado—. Esto es incómodo. —Sonrió tensamente.

Su sonrisa no duro mucho, fue borrada inmediatamente por un puñetazo en la mandíbula de parte del otro hombre en la habitación.

—¡Ethan! —chilló Kate espantada una vez salió del shock. Ni siquiera notó en qué momento él se había alejado de la niña—. ¡Ethan, ya basta! —suplicó al ver cómo ignoraba sus gritos para tomar al rubio del cuello de su camisa, estampándolo contra la pared para así comenzar a darle puñetazo tras puñetazo desmedidamente en el rostro y el abdomen.

David ni siquiera tenía oportunidad de defenderse, Ethan siempre fue mucho más fuerte, y ahora estaba cegado por la furia.

Ethan, aunque siempre fue un hombre intelectual que gustaba de leer y empaparse de las más exquisitas obras de literatura, siendo esa la razón por la cual fundó su exitosa editorial, siempre fue también bastante atlético, sabía artes marciales.

David tampoco era débil, pero es que Ethan estaba a otro nivel. Además, David era más de defenderse usando algún tipo de arma, Ethan era un experto en pelea cuerpo a cuerpo.

La “pelea” era demasiado dispareja. Ethan lo haría pedazos, ¡iba a matarlo si no lo detenía pronto!

—¡Por favor ya déjalo! —insistió, desesperada—. ¡Ethan, detente, nuestra hija está aquí! —gritó fuertemente.

Ante la mención de la pequeña sollozando en la entrada de la habitación, su esposo de repente se detuvo como si alguien hubiera presionado un botón de pausa. Estuvo estático por un momento, antes de clavar un fuerte rodillazo en la entrepierna del otro hombre, haciéndolo gritar de dolor.

—Lárgate. —Kate no pudo evitar estremecerse ante su tono de voz. Jamás había escuchado a Ethan hablar con tanto odio—. ¡Lárgate antes de que te mate! —No tuvo que decirlo dos veces.

Ensangrentado y tambaleante, David abandonó la habitación esquivando a la niña y desapareciendo del lugar en dirección a la salida sin mirar a nadie, solo sosteniendo su nariz rota. Pocos segundos después oyeron su auto arrancar y alejarse.

—Iris… —Kate llamó el nombre de su pequeña al verla temblar a un costado de la puerta—. Mi amor… —Trató de acercarse a ella, pero su niña retrocedió, mirándola como si estuviera tratando de reconocerla—. Hija… —Los ojos se le llenaron de lágrimas—. Hijita… —Dio un paso para tratar de acercarse, pero ella retrocedió dos.

Las lágrimas empezaron a derramarse de los orbes grises de Kate mientras las manos le temblaban, ansiosas de abrazar a su pequeña y pedirle perdón.

¿Qué había hecho? ¡¿Cómo pudo ser tan tonta?! Ahora ni siquiera su propia hija quería acercársele y lo peor es que se lo merecía.

Al ver sus lágrimas, su hija de repente hizo amago de querer acercarse, estiró una mano en su dirección, pero entonces la voz de Ethan se hizo escuchar por toda la habitación.

—Aléjate de la niña. —Volteó hacia su esposo, notando como terminaba de limpiarse los restos de sangre de los puños para luego caminar hacia ellas, solo que la ignoró totalmente y se acercó a su hija para tomarla en brazos.

El corazón de Kate se rompió aún más al ver a su hija enterrar el rostro en el hombro de su padre y comenzar a sollozar.

Él acarició con ternura el cabello color caoba de su hija, color que compartía con él. Ellos eran muy parecidos en muchos aspectos, y ahora parecían compartir también las ganas de no acercarse en lo absoluto a ella.

Ethan permaneció así largo rato, acariciando la cabecita de su niña, antes de, por primera vez desde que la vio después de llegar sorpresivamente esta tarde, mirarla a los ojos.

Kate, por primera vez desde que lo conoció, sintió miedo de él. Parecía dispuesto a matarla en cualquier momento.

Ethan siempre fue el hombre más caballeroso y noble que había conocido, siendo criado por su abuela que lo educó con los mejores valores del mundo, así que esa mirada tan llena de rabia solo le dijo lo mucho que lo había lastimado, lo traicionado que se sentía.

—E-Ethan… —Su voz salió quebrada, llorosa—. Ethan, yo… —Vacilante, dio un paso en su dirección.

—¡Aléjate! —le gritó con tanta rabia que la paralizó—. Aléjate de nosotros, Katherine. —Su voz se quebró mientras abrazaba más a su hija contra su pecho.

Sin ni una palabra más, abandonó la habitación y luego la casa, dejándola completamente sola.

Kate se derrumbó en el suelo, llorando como nunca antes en su vida.

Para colmo, todavía se sentía algo mareada y le dolía la cabeza, pero eso no le importaba ni un poco, lo que más le dolía era lo que había hecho.

¿Cómo dejó que esto pasará? ¿Por qué fue tan estúpida?

Ahora podría perderlo todo, su esposo, su hija, su familia…

Quizás no volvería a verlos.

Y se lo merecía.

Estuvo llorando por horas sin ser consciente de nada a su alrededor sino hasta que escucho pasos acercarse a ella.

Levantó la cabeza, sin importarle que vieran el estado patético en el que se encontraba, con los ojos rojos e hinchados, el rostro demacrado y las mejillas húmedas por las lágrimas.

Así fue como Ethan la vio, parado en el umbral de su habitación con el rostro cuidadosamente en blanco.

Ella se quedó muda.

¿Por qué…?

¿Por qué regresó a la casa?

No lo entendía, pero al menos debía aprovechar la oportunidad para intentar explicarle qué fue lo que realmente pasó.

Quizás así él no la odiaría tanto.

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