Narra Aitana
Mi hijo se calma en mis brazos mientras yo pienso en todo lo que podría pasar a partir de ahora. Sabía que estaba perdiendo la memoria, porque a veces me olvidaba de muchas cosas, pero, perderme tanto que no recordar a mis hijos, ya era una alarma.Helmut aparece y se sorprende al verme despierta o quizás, tranquila. Ya que, a juzgar por el dolor en mi cuerpo y las marcas en el mismo, he sido atada para no dañarme o dañar a otros. Helmut, me sonríe y se acerca a mí, tomando mi mano con delicadeza.—Me alegra que estés despierta — susurra Helmut.—Te alegras de que yo sea yo, querrás decir— digo y él suspira profundo.—Eso fue algo pasajero. Quizás fue por tanto estrés, pero, eso pronto terminará. — Dice Helmut y yo niego.—No necesitas mentirme. Sé cómo es esto. He visto doctores en China y aquí. Todos me dicen lo mismo. No hay posibilidad de que esto sea pasajero. Cada vez que se presente, durará más tiempo hasta que finalmente me pierda en esas lagun