Estaba aturdida, no podía saber quién era, me parecía levemente conocido, pero, no sabía de donde y mucho menos quien era. Lo cual, me impedía saber si era amigo o enemigo. Y lo peor de todo, es que independientemente de sus intenciones, ¿él me vio estar solo en ropa interior?
— ¿Quién rayos eres tú? No percibo olor a hombre lobo en ti — digo seria. — Un mal momento para reencontrarnos. Ahora reafirmaras tu idea de que soy un pervertido — dice el chico quejándose, mientras mi mente hace clic y lo recuerda. — Oh, eres el pervertido de esa noche — digo en un susurro. — Eugene. Ese es mi nombre y no, no soy un hombre lobo. Soy más bien un mago que usando pociones, puede transformarse por cortos periodos de tiempo en animales. — — ¿Qué quieres? ¿Por qué está