No podía entender que era lo que hacía, porque, aunque debía tenerlo de mi lado, para evitar que me matara y tener una buena vida, no podía complicar las cosas besándolo solo porque lo había deseado.
Nuestros labios son separados por falta de aliento, pero su frente se queda pegada a la mía de una forma que me hace sentir que mi movimiento osado no lo ha enojado y mucho menos, tiene energía para amenazarme otra vez. — Esto es un error, mujer. No deberías besarme si quieres estar bien, si quieres vivir — susurra Helmut en un tono suave, al punto de no parecer que me está advirtiendo de la muerte que él me va a provocar.‘Podría asegurar que incluso dormido habla solo para amenazarme. Este hombre es extraño’ — ¿Por qué besarte me mataría? — pregunto deseando que me diga la causa de sus constantes amenazas.