Marina.
Disfracé un poco lo hinchado de mis ojos con maquillaje. No se notó al llegar al club luciendo como si en verdad quisiera estar ahí, todos se veían frescos, sonrientes y galantes. Dándose halagos entre ellos, mimando a los demás con acciones que solo dejaban una incógnita. ¿No les dolía la cara de tanto fingir?
Yo estaba a punto de dejar todo atrás, y George lo propuso, pero no podía dejarlo mal ante sus socios. Ese fue el acuerdo y no quería fallarle. Él no lo había hecho en lo acordado, quería corresponder a su disposición para llevar las cosas bien.
Pasé de largo cuando el presidente del club salió con disimulo de una de las puertas, de la cual a los minutos lo hizo una de las esposas de los socios. No era mi vida y no me iba a meter en ello.
__ Buenas noches. Bienvenidos. - saludó la esposa del presidente del club. Antonia era su nombre, siendo la que dirigía a todas las demás mujeres que asistían. - Los hombres están por allá. - señaló a la otra parte del salón. - Hab