—¿Cuándo partimos? —pregunta finalmente, su voz apenas un susurro.
—Mañana por la noche —responde Hades—. Quiero arreglar todo cuanto antes para que podamos regresar y enfocarnos en lo que realmente importa: nuestra familia.
Elena se inclinó hacia él, apoyando la frente contra su pecho. Hades rodeó sus hombros con los brazos, abrazándola con fuerza.
—Confío en ti —murmuró ella—. Sé que saldremos de esta.
Hades cerró los ojos, permitiéndose un momento de tranquilidad antes de enfrentar la tormenta que se avecinaba.
Caminaron en silencio por los pasillos a penas iluminados. El eco de sus pasos se deslizaba por los muros del castillo, como si las piedras susurraran viejos secretos. Al llegar a su habitación, Hades abrió la puerta con suavidad.
—Entra —dijo, como si cruzar ese umbral los llevara a un espacio fuera del tiempo.
Elena obedeció. El ambiente cálido del cuarto los envolvió de inmediato.
—¿Te molesta si me ducho primero? —pregunta, mientras se quitaba los aretes.
—No, v