Al amanecer, Elena se desperezó entre las sábanas de seda, sintiendo la calidez del cuerpo de Hades a su lado. Él la observaba con una sonrisa adormilada, su cabello ligeramente despeinado y una expresión de pura adoración.
—Buenos días, amor mío —murmuró Hades, dejando un beso suave en su frente.
—Buenos días. ¿Cómo es que tú siempre te despiertas antes que yo? —pregunta ella, sonriendo mientras se acurrucaba contra su pecho.
—Debe ser instinto alfa —bromeó él, acariciándole el cabello.
Ambos compartieron unos minutos más de tranquilidad, pero el hambre terminó ganando. Decidieron vestirse y bajar a desayunar con el resto de la familia de Hades. Elena eligió un vestido suelto y cómodo, mientras que Hades optó por una camisa de lino blanca y pantalones oscuros.
Cuando llegaron al comedor, los recibió un ambiente bastante animado. Amón estaba sentado en la cabecera de la mesa, con una sonrisa divertida en los labios. A su lado estaban sus tres esposas: Kiara, la Omega recesiva embaraza