—Disculpe señorita, ¿puedo preguntar qué relación tiene usted con el señor Cárdenas? —preguntó la recepcionista en voz baja.
—Soy su cocinera —respondió Marisela con indiferencia.
La recepcionista: Eh... ¿hay cocineras tan jóvenes?
Si era cierto, ¿por qué Aurelio había insistido tanto en tratarla con respeto?
No tuvo tiempo de preguntar más, pues el ascensor llegó y Marisela subió al último piso.
Al llegar, Marisela vio a Aurelio esperándola. Él inmediatamente tomó las cajas de comida de sus manos y le dijo en voz baja:
—Señora, estaba a punto de bajar, pero...
—Además, puede pedirme cualquier cosa, en serio —añadió con expresión sincera.
Marisela entendió que era una buena persona. Sonrió levemente y dijo:
—Llévala tú, yo me voy.
—¿No va a entrar con nosotros? —preguntó Aurelio.
—No quiero ver su cara de pocos amigos —respondió Marisela con frialdad.
Aurelio: ...Esa descripción es bastante acertada.
Marisela presionó el botón y estaba a punto de entrar al ascensor cuando una voz sonó