—¡Celeste, te atreves a golpearme!
Celeste apretó los dientes y se levantó a pesar del dolor, mirándola fríamente:
—Escucha, Jacob y yo no hemos hecho nada. Nos encontramos para investigar la verdad sobre la enemistad entre la familia Morales y los Jiménez.
Isabella lo miró con rabia rechinando los dientes:
—¿Acaso no puedes investigar tú misma? ¿Por qué tienes que involucrar a mi esposo? ¡Manuel Jiménez es definitivamente el asesino! Como no quieres que la familia Morales se vengue, por eso quieres confundir a mi esposo y seducirlo para que los perdone, ¿crees que no me doy cuenta de tus trucos sucios?
Celeste estaba impresionada por esa imaginación ridícula de Isabella, y le respondió fríamente:
—Me encontré con Jacob en la calle por casualidad.
—¡Ja, por casualidad! En una ciudad tan grande, ¿¡de dónde viene tanta casualidad!? ¡Conozco bien a mujeres como tú! ¡Así es como seducen a los hombres!
Era inútil tratar de razonar con Isabella, pues creía que Celeste estaba mintiéndole si