El cuchillo se enterró un poco en la piel de Kian y Dana saboreó el momento de ser ella la que hubiera sometido al maldito Alfa al que odiaba.
Había escuchado sus pasos por más que intentara ser absurdamente sigiloso, irritándola. Era obvio que Kian la estaba subestimando.
De repente se dio cuenta de la mirada oscura de Kian sobre sus pechos ocasionando que contuviera el aliento al notar en la posición en la que ella misma los había puesto a ambos.
Estaba a horcajadas sobre sus piernas fuertes mientras que ella estaba totalmente desnuda. Sus pezones estaban duros y ella no estaba segura de que esto fuera por el frío del agua.
—Habla —demandó para quitarse aquellos pensamientos sucios que comenzaban a asaltarla.
—Maldita sea, Omega. Son tan bonitos como recordaba, incluso mejor, más llenos, más maduros como tú.
Kian la miraba a los ojos de manera penetrante mientras que su lengua salía para lamer su labio inferior.
Dana maldijo en su cabeza al sentirlo endurecerse debajo de ella, su n