La chica del cabello blanco
La chica del cabello blanco
Por: Dan Callejas
UN DIA FRÍO

Era temprano por la mañana y el clima no era muy cálido, al parecer el día de hoy habría mucho más frio de lo habitual, corría un aire casi congelante y en el cielo no se apreciaba ni la luna ni las estrellas, el cielo aun parecía una boca de lobo dispuesta a comerse a quien pudiera distraerse. Sentí como me caían unas cuantas gotas de agua en la chamarra negra que llevaba puesta.

Caminaba directo hacia la avenida para tomar unos de los 2  transportes que me llevarían a la escuela, iba con diez minutos de retardo, pero en realidad no tenía pensado entrar a la clase de Física, ya llevaba con este cuatro retardos, y el profesor nos había dicho que a los tres no nos dejaría entrar a tomar clase y que sería mejor que nos pusiéramos a estudiar porque nos vería en el ETS, así que yo ya estaba resignado en esa materia, solo salía temprano de casa para que mis familiares no se dieran cuenta de que algo andaba mal.

Al apenas entrar a la combi observe que todos iban apretados en los asientos, iban la mayoría dormidos y otros ya haciendo su trabajo desde el teléfono. Tome asiento y decidí tomar una siesta hasta llegar al próximo pesero el cual me dejaría enfrente del colegio, mientras era apretado por un estudiante y un señor gordo que olía un poco a loción y sudor, mis ojos fueron cerrándose hasta conciliar el sueño, en ocasiones mis propias cabeceadas al aire por el movimiento de la combi me hacía despertarme y así darme cuenta por donde más o menos íbamos, no quería que se me pasara la bajada.

Por un momento entre mis sueños, llegue a escuchar que la gente hacia un sonido de asombro, de sorpresa, al parecer había sucedido algo, o alguien había subido, tal vez un vagabundo apestando o alguien famoso, pero le apostaba a que era cualquiera de las primeras dos, así que ni siquiera abrí los ojos para confirmar cuál de ellas era la que había hecho que los pasajeros hicieras tal sonido, seguí dormido todo el recorrido de casi 40 minutos, hasta que desperté cuando ya estaban todos bajando, así que apresurado saque el pasaje y se lo di al conductor para que se cobrará.

Al estar ya en el siguiente pesero y viendo por la ventana a la gente pasar y darme cuenta que empezaba ya el día a asomarse, me puse a pensar, que por quedarme dormido y no despertarme un poco antes, no me di cuenta porque la gente sonó tan sorprendida cuando otro pasajero subió, pero después de seguir viendo a la gente caminar y a los carros pasar por la ventana del pesero, se me olvido y mi pensamiento voló hacia otros rumbos.

El camino hacia la escuela fue muy tedioso, los pasajeros olían mal y muchos de ellos eran de la misma escuela, a pesar de que yo iba sentado, al lado mío iba una señora ya grande con un costal de cebollas que apestaban y llenaban el camino de un olor más desagradable. Además durante el viaje, nos encontramos con una larga fila de tráfico, que se ocasiono de una volcadura de un tráiler de cerveza que probablemente iba a exceso de velocidad y en un intento de curva el peso de este le gano e hizo que cientos de cervezas quedaran en el suelo derramándose, mientras otras eran recogidas por transeúntes que aprovechaban para tomar los paquetes que le permitiera su fuerza y sus brazos.

Llegue a la escuela veinte minutos después de las siete, yo tenía planeado llegar exactamente diez minutos después de la hora y así poder entrar a las instalaciones del colegio antes de tener que esperar que diera la siguiente hora y los policías nos dejaran entrar, pero gracias a las cervezas que muchos tal vez consideraron benditas, me hizo pasarme de tiempo y tener que esperar afuera con el frio que empezó a azotar aún más helado y hacían que la mayor parte del tiempo empezara a tiritar y a temblar.

No habían pasado ni quince minutos cuando mi amigo Miguel llego con dos atoles en cada mano y ofreciéndome uno me saludo.

—Con que llegando tarde Dan, ¿ahora que suceso extraño fue el que te paso? Cuéntame la anécdota del día.

Lo mire con cara de que él también había llegado tarde y no lo pensé dos veces en recriminárselo.

—Pues es casi seguro que a también te paso algo, porque si no te das cuenta tú también estas aquí conmigo, así que llegaste tarde y no te ando diciendo que porque o que siempre algo te paso, así que calla y déjame tomar el atole— sorbí del atole sin prestarle atención a mi amigo.

—Parece que el día de hoy andas de malas, ¿acaso estas en tus días?— dijo después de sorber también el a su bebida—pero tienes razón, andamos en las mismas, en si pensaba llegar más tarde pero mi camión tomo otra ruta cuando vimos la fila enorme de coches detenidos. Imagino que fue lo que te paso a ti, ¿no es así?

Respire profundamente tratando de tranquilizarme, la noche había sido larga y con muchas pesadillas, y él tenía razón, andaba más irritable de lo normal.

—Sí, volcó un camión de cervezas…

—Hubieras bajado por unas y en vez de atole estaríamos tomando unas, pero imagino que estabas más de malas que de andar pensando en posibilidades—me sonrió mi amigo.

— ¿Cervezas? ¿Con este frio? ¿Acaso estás loco?—lo mire mientras bebía lo poco que le quedaba de atole en el vaso.

—Pues, tal vez nos hacía entrar en calor, no lo sé, solo fue un comentario al aire.

Después de eso hizo un silencio que duro varios minutos, los dos estábamos mirando hacia las rejas que separaban la escuela de la calle, hasta que el frio hizo que me diera un escalofrió que recorrió cada parte de mi espalda.

—Creo que me iré a mi casa a jugar FIFA, le diré a mis hermanas que hoy no me sentía muy bien y el frio me empezaba a ocasionar que me sintiera aún más mal, si quieres puedes venir y echamos unas retas, ya si llama tu mamá le diré que te contagie o algo así, ¿vienes?—tome mi mochila y me la puse esperando que el hiciera lo mismo y me siguiera.

—Um, yo que me quedo, disfruta tu videojuego. Hoy pasara algo que es raro ver por acá.

— ¿Cómo que algo raro?—pregunte bajando de nuevo la mochila.

Él sonrió sabiendo que había dado en el clavo y que ahora seria menos probable que me fuera.

—Pues, me entere por algunos rumores que hoy abra un nuevo estudiante, que es un intercambio.

—Y tú, ¿Cómo sabes eso? no es como que andes con muchas personas además de mi—lo mire sospechando que me mentía—no me lo estarás inventando para que no me vaya, ¿verdad?

El sonrió de nuevo y miro su reloj.

  • —Vaya, ya son las ocho, tu decide si creerme o no, además no siempre estoy contigo, tengo una vida—tomo su mochila y se dirigió a la entrada sin dejarme opción a replicar.

Mientras mi cabeza estaba recargada en la paleta de mi asiento, tomando como almohada  a mi casi vacía mochila, ya que no era mucho de traer un cuaderno por cada asignatura y prefería una carpeta con cientos de hojas en ella y tenerla dividida para cada materia, escuche que algunas compañeras rumoreaban que el estudiante de cambio podría ser un hombre guapo y alto. Algunas aseguraban a sus otras amigas que ya lo habían visto, pero lo más extraño es que este estudiante tendrían que haberlo conocido ya todos, excepto yo y mi amigo, que llegamos tarde por el accidente.

—Oye, Karina, ¿Cómo es el estudiante de cambio? No lo veo—

—Al parecer se le pegaron las cobijas y se le hizo tarde, o tal vez en su país entran a clases más tarde, pero no llego a la primera clase, pero dicen que es un chico muy guapo—concluyo con una sonrisita algo tímida.

—oh, ya veo, ya se ganó de enemigo al profesor de física, y espero que no sea tan guapo, recuerda que aún me tienes que contestar mi propuesta de noviazgo que te hice ayer, no lo olvides—le dije con un tono algo preocupado.

Karina, desde que entramos a preparatoria y la vi ahí sentada, supe que me gustaba y que intentaría acercarme a ella y ya después ser novios, pero al parecer me acerque de la forma equivocada y quede en la zona de la “friendzone” y por más veces que le dijera que la quería y que fuera mi novia, ella siempre me rechazaba diciendo que no me quería perder como amigo, pero siempre me tenía “con alas” de que tal vez algún día podría aceptar mi confesión. Algunos de mis amigos y compañeros me decían que solo me utilizaba para que le ayudara a sus tareas y exámenes y probablemente tenían razón, pero yo estaba idiotizado con ella, y no me rendiría hasta que me dijera que sí.

—Dani, sobre de eso—sonaba con un tono que ya conocía y ya sabía su respuesta.

—ok, entiendo, es un no, ¿verdad?—

—Sí, de verdad lo siento, sabes que también te quiero pero no quiero perder tu amistad, además…—

—Lo seguiré intentando, lo sabes—le interrumpí mientras aun hablaba.

—Lo que pasa, es que yo ya tengo…— antes de que terminara su oración, entro el profesor de Filosofía y ordeno a todos irnos a nuestros lugares —luego hablamos—dijo mientras nos dirigíamos cada uno a nuestros asientos.

Mientras el profesor hablaba no logre escuchar lo que él decía por el sonido de mi pensamiento al deducir que ella ya tenía novio, no era necesario que tuviera que terminar su oración, era evidente en que terminaría, también oía algunos comentarios de mis amigos al haberse enterado de lo que ellos ya sabían, algunas de sus burlas eran realmente ingeniosas, me sentía enojado, con ganas de decirle miles de cosas nada agradables a Karina, de dejarle de hablarle, mi corazón latía demasiado rápido, mi pecho parecía comprimido en un pequeño espacio, sentía algunas gotas rodeando mis ojos queriendo salir, hasta que de pronto una mano tomo mi hombro y con una voz dulce, tan dulce como jamás había escuchado y con un acento algo gracioso, me pregunto—¿Estas tu bien?—

Al voltear mi rostro para ver quien me preguntaba con esa voz y ese acento raro, lo primero que mis ojos vieron fue un cabello blanco, tan blanco; que a través de mis ojos aun con lágrimas queriendo brotar, brillo fuertemente como una luz resplandeciente.

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