Brenda caminaba de prisa hacia el área de la piscina estaba tan enojada que los empleados a su alrededor huían de ella como si de la peste se trataba, al llegar al lugar encontró a su esposo sentado al borde la piscina perdido en su pensamiento
-¿Cuándo pensaba decirme?
Reclamo ella enojada
-¿decirte que?
Pregunto Armando poniéndose de pie, Brenda fruncía los labios con enojo
-no tengas el tonto ya hable con papa y me conto que te enviara a ciudad norte a trabajo en la sucursal que se encuentra ahí ¿Por qué no me lo dijiste?
Reclamo ella cruzando de brazo y mirándolo con reproche
-lo siento lo había olvidado ¿estas enojada?
Pregunto el acercándose a ella y sujetándola cariñosamente por los brazos
-claro que lo estoy, se supones que eres mi marido y debes decirme lo que está pasando antes que me entere por otro lado
Armando respiro con resignación
-lo siento si, tenía demasiada cosas en que pensar y olvide comentártelo igual pensé que estaría feliz de que por fin acepte traba