GIANNA
A la mañana siguiente, me desperté con cierto dolor por todas partes. Era sábado, pero eso no quería decir que no tuviera que trabajar.
Vik y yo bajamos a desayunar con Laurice, quien estaba de punta en blanco a pesar de ser fin de semana, lo que llamó mi atención.
—¿Vas a alguna parte? —pregunté sin poder evitarlo.
Ella asintió con la cabeza sonriente y contestó: —Con los preparativos para el Bicentenario, y que ayer se fueron pronto, no pude decirte. Iré a Graunlinster, a un seminario de microbiología. Califica como representación Real, aunque la verdad es que lo hago a título personal.
Su sonrisa me dejó ver que aquello de verdad le hacía ilusión, y luego cambió el tema y empezó a hablar de lo de anoche, por lo que terminé contándole lo sucedido.
—Esa chiquilla está loca. Dios… ¿Qué pretendía? —Enarcó las cejas y resopló con fuerza.
—La verdad no lo sé.
Los tres comíamos un desayuno francés: croissants de mantequilla, ensalada de frutas, zumo de naranja y café (en el caso de