GIANNA
Después de un rato de procesar aquello, Tom insistió en preparar algo de comer, y merendamos. Él se fue a explorar la casa en busca de cualquier posible peligro o lugar por el que podrían asaltarnos mientras yo lavaba los trastes, y luego me guio hacia un pequeño estudio en la segunda planta, al final casi oculto de todo y todos.
—Vaya, es pequeño, que raro —murmuré.
Era un cuarto chico con apenas una mesita y varios archiveros, y poseía un olor curioso a humedad, además de una portátil sobre la mesa.
—No es prudente que toquemos los archivos de momento.
—Queremos pruebas de que mis padres me vendieron a Logan, Melania o Jacob, ¿no?
Esas eran las personas mencionadas en mis recuerdos. Tom asintió, y lo primero que hice fue tomar la laptop.
—Iré a la habitación. Me pareció ver una caja fuerte en el fondo del vestidor.
—Claro —apunté.
Él se marchó, y yo me centré en encender la laptop, que ni contraseña tenía. El escritorio era normal, un fondo predeterminado, pero cuando entré a