Ariel
Pensé que la muerte me llevaría con ella, pronto descubrí que no. Una bocanada de aire se envió a través de mi garganta y se instaló en mis pulmones como si hubiesen estado suplicando por ello mientras dormía.
Luego llegó el aturdimiento cuando abrí los ojos. Todo parecía desintegrarse a mi alrededor, nada tenia sentido, ni siquiera cuando intenté incorporarme y descubrir donde me encontraba. El dolor se extendió impidiéndome el movimiento y el palpito en mi cabeza me obligó a cerrar los ojos de vuelta.
Me llevé las manos al vientre por un acto reflejo. Preocupada, temiendo por la vida de mi hijo y suplicando que su corazón todavía estuviese latiendo. Ese miedo me envió de vuelta a incorporarme y lo hice ahogando un quejido. Sentí que se me quebraba hasta el último pedazo de médula y solloc&eac