Capítulo 36— Irrupción abrupta
Narrador
Deteniendo su auto a las afueras de la mansión Drayton, Killian sentía que su corazón estallaría.
El día que había intentado postergar por tanto tiempo desgraciadamente llegó, y él no logró hacer nada para evitarlo. No porque no lo intentó, no porque no tuviese el poder para lograrlo, simplemente una parte de él, una muy pequeña, una que detestaba con todo su ser sabía que era lo mejor. Para Eira, para él, para lo poco que existió entre ellos, para todos.
Despojándose del cinturón de seguridad, agitó sus dedos sobre el volante de su auto sopesando lo que estaba por hacer, y decidiendo finalmente salir para verla, bajó de este.
Azotando la puerta a sus espaldas, Killian empezó a caminar hacia la imponente propiedad frente a él, y subiendo las escaleras que conducían a la puerta principal, elevó su mano con una calma exasperante antes de tocar esta.
—Aquí vamos
Sin prisa, pero con calma y con una determinación descomunal que helaba a cualqu