Tienes que cuidarla

Regresando a la conversación, Graham se forzó a sí mismo a concentrar sus pensamientos en la situación y no en la exquisitez del cuerpo de Isobel y vio a su abuelo afirmar con una sonrisa divertida, la cual sacaba de juego a sus acompañantes. Era más que obvio que el anciano tenía experiencia en esto y que encontraba entretenida la situación.

─Por suerte para todos nosotros, eres un hombre sumamente humilde. Si no te ha molestado vivir tantos años en un exilio auto impuesto, estoy seguro de que no te va a molestar servir a una jovencita tan hermosa e interesante. ─Graham volvió a gruñir cuando Sean le guiñó un ojo a Isobel, pero esta no hizo más que fruncir el ceño, esta vez más interesada que antes en conocer la razón por la que Graham no vivía en el castillo MacAllister, sino en una cabaña en medio de la nada, pero no le daría el gusto al highlander de insultarla por entrometerse en su vida─. Así que mañana partirás a Edimburgo en su compañía. Iría yo, pero ya estoy viejo y cansado
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