EPILOGO.
Narra Sam.
Viernes, 21, septiembre, 2029.
Miramos el atardecer en el sofá que hay bajando las escaleras para ir a la paya.
— ¿Recuerdas la vez que nos vimos por primera vez después de 10 años? — pregunto mirando el azul del mar con el cielo colorido por el sol que se oculta para dar la noche.
— Como olvidar como me trataste, encima no eras tú — me río un poco, él me contó cómo se sintió cuando me vio ese día.
(…)
Volteo a mirar la puerta que aún está abierta y lo veo. Ahí está él, parado con un traje hecho a su medida el azul le queda bien justo a esos ojos verdes profundo, me volteo de manera elegante sin mostrar mis emociones en la que he trabajado todos estos 10 años por alguna vez me le atravesaba.
— Tome asiento, señor Collins — le digo mirando un poco y luego a Lorena — Apaga las luces — ella asiente, veo que William se va y se sienta parece estar estupefacto de verme ahí. — Primero que nada, debo disculparme en nombre de Guillermo Russo por no presentarse, ya que tenemos agenda