Edmond me abraza con fuerzas impregnándome con su calidez y aroma, mientras su cuerpo se relaja ante el enojo que le causé cuando le hablé sobre romper el vínculo que me une a él como su pareja destinada.
— No deberías aferrarte a mí cuando te estoy causando tantos problemas. — digo y él suspira profundo.— Antonella, aunque seas mi verdugo, no te dejaría, entiende eso, mujer, encuentra cualquier solución, menos separarnos, Antonella. — dice Edmond alejándose un poco de mí,Aún no está del todo calmado, pero, ya no es tan atemorizante como antes y ya eso es bueno, porque aunque me ha prometido que no será capaz de causarme daño, sigo temiendo cuando se enoja.— ¿Qué sucederá si soy de la raza invencible?— No creo que sea posible, querida. Aunque eres alguien invencible para mí, porque