Parte 4...
Isabela
Sé que tenemos que volver a la fiesta abajo, pero aquí se está tan bien que no quiero salir ahora. Suspiré sin darme cuenta y él acarició mi cabello.
— Vaya... Qué suspiro tan profundo. ¿Qué pasa?
— Nada, en realidad — puse mi cabeza en su hombro — Solo estaba pensando...
— ¿En qué?
— Quiero hacer algo, no quiero quedarme quieta, Enzo.
— ¿Y qué planeas hacer? ¿Quieres seguir estudiando?
— Aún no lo sé... — encogí los hombros — Solo no quiero pasar mis días en casa viendo la televisión.
— Está bien. De hecho, me parece bastante bien.
— ¿De verdad no te molestará?
— ¿Y por qué iba a molestar? — él sostuvo mi mentón y levantó mi rostro — Eres mi esposa, no mi prisionera. Tienes libertad para ir y venir... Pero siempre habrá alguien cerca. No se puede bajar la guardia.
— Sí... Eso ya me di cuenta... — suspiré de nuevo — Quiero aprender a defenderme, Enzo. No quiero solo depender de tus hombres.
— Tendrás guardias, Isabela. Para donde vayas.
— Lo sé, pero aún así, creo q