Sara está muy molesta porque la miran débil, quiere demostrar que una mujer también se puede abrir camino donde sea, nada es exclusivo para hombres si se tiene la valentía y el coraje que le ha costado construir en sí misma. Lo ve que se burla de ella, mirándola como si no fuera nadie.
—Enséñame los papeles y te aseguro que yo misma te lo daré. —Sara tiene su pistola escondida en la espalda.
—No me jodas, mujer, dame la chica y me marcharé sin usar la violencia, solo porque me has caído bien.
—Esa muchacha no es de tu feudo, dime cuanto pagaste por ella y ahorita misma te doy tu dinero.
—¿A qué te refieres? Es que acaso no te has visto que solamente ese idiota detrás de ti te ha quedado, estoy por ejecutar a los pocos hombres que te quedan. No me hables de dinero, que eso es lo que más tengo.
—Entonces pon el precio, yo decidiré si es justo o no, dime cuál es el precio y te lo doy. Aunque estoy en desacuerdo con la trata de personas.
—No se trata de dinero mujer, ella es mía y se