- Tú… - Sophia estaba sujetando con fuerza su mejilla enrojecida, pero el dolor no era nada comparado con la sorpresa de haber escuchado a la muda hablar.
- Imposible – dijo asombrada Isabela.
- Débora… - Roger miraba asombrado a la castaña.
- Ash… ¡malditos! se supone que sus primeras palabras e