"No te obligues a trabajar si aún te sientes mal".
Axelle se volvió hacia Elea, quien ya se estaba arreglando para ir a la oficina. Una falda color salem y una chaqueta del mismo tono cubrían sus brazos, pues llevaba un top blanco sin mangas.
"Ya me encuentro mejor, no te preocupes", respondió Axelle mientras se acercaba a Elea, quien se ponía el reloj.
"No me preocupo por ti, sino por tu abuelo", dijo Elea mientras se rociaba perfume en la nuca. Axelle, parada junto a ella, quedó impresionada por el aroma floral que emanaba de Elea, quien ahora se arreglaba el cabello.
"Tampoco quiero preocupar a mi abuelo, así que debo ir a la oficina. Iremos juntos", dijo Axelle mientras se ponía apresuradamente su reloj.
Elea no quiso discutir, ya que llevaban retraso. Ni siquiera habían desayunado; Claudia las esperaba en el comedor. Al ver a su hija y nuera pasar sin detenerse, Claudia se levantó de inmediato.
"¿Por qué tardan tanto? ¡Tu abuelo ya se ha ido!", se quejó Claudia.
Ni Axelle ni Elea