El anuncio de que los señores han llegado resuena por la mansión, pero Isabella se abstiene de mostrarse aún. Se esconde en la cocina, afinando los últimos detalles de la cena, asegurándose de que todo esté perfecto. Su respiración es serena, pero dentro de sí sabe que la tensión está a punto de estallar.
Desde el momento en que Renatto la vio con ese vestido, su expresión cambió. No supo si fue enojo, sorpresa o algo más primitivo, pero lo que sí sabe es que su silencio fue una respuesta suficiente.
Cuando Renatto aparece en el salón, ajustándose la corbata y acomodando el saco de su traje, su ceño se frunce al notar la ausencia de Isabella.
—¿Dónde está esa mujer del demonio? —gruñe, girando la mirada en busca de ella.
Riccardo, con su usual aire divertido, se ríe y con la cab