El cielo se tiñe de tonos naranjas y púrpuras cuando el sol comienza a desaparecer tras las colinas. Las sombras se alargan en los terrenos de la mansión Corleone, envolviendo la bodega en una penumbra tranquila. Isabella recoge las herramientas de trabajo después de una larga jornada, lista para buscar el refugio de su modesto catre. Su paso es firme, pero sin prisa mientras se dirige hacia su refugio.
Antes de llegar, una voz profunda rompe el silencio.
—Isabella.
Ella se detiene y se vuelve lentamente reconociendo la voz de Renatto, quien está de pie a unos metros de distancia, sus manos en los bolsillos y su mirada fija en ella con una intensidad que parece atravesarla. La expresión de su rostro es una mezcla de dureza y curiosidad que hace que el aire se sienta más denso entre ellos.
Isabella da un par de pasos hacia él, manteniendo la distancia que desde el principio ha existido entre ellos.
—He estado pensando —comienza Renatto, sus manos jugueteando con las llaves—. Puedes tom