Kayla
Caminamos hacia el centro del salón para nuestro primer vals. Todos los presentes eran más que especiales en nuestras vidas, y me sentí agradecida de que Tyler no hubiera optado por una celebración extravagante, como dicta la noble tradición.
Aún me costaba adaptarme a la presencia de todos los que habían presenciado mis castigos. Sus rostros seguían grabados en mi memoria, y me sentía frágil y expuesta a su alrededor.
"¿Lista?", Tyler sonrió suavemente, y yo asentí.
El suave sonido de los violines empezó a llenar la habitación y Tyler comenzó a guiarme lentamente al ritmo de las cuerdas. Su tacto era firme pero suave, y sus ojos no se apartaban de los míos.
"Estás magnífica, Kayla", murmuró, y sentí un calor reconfortante en el pecho. "Creo que hemos conseguido cambiar las reglas del destino".
Sonreí, sintiéndome agradecida por cada una de sus palabras y gestos. "Yo también lo creo, mi amor. Este es el comienzo de nuestra vida juntos. No podría haber pedido nada más especial".