NICOLA
Bea está equivocada si piensa que voy a renunciar a ella, es mía, y eso nada ni nadie lo va a cambiar, tampoco le voy a dejar el camino a Gary, así que en cuanto me volteo para hablar con ella dentro del avión, estando a punto de aterrizar, enfurezco.
Todo al ver que saca una pastilla del día siguiente, se la toma, veo rojo, jamás había hecho eso, no quiero que lo haga ahora, es como si estuviera deseando no tener nada que ver conmigo. Tener un segundo hijo con ella no es tan malo.
—¿Qué haces? —le quito el frasco.
Agradeciendo que Vladimir esté dormido en el asiento cercano a la ventanilla.
—Devuélveme eso —estira la mano hacia mi dirección.
—¿Por qué tomas estas tonterías? —frunzo el ceño.
—¿Qué no es obvio? —suspira—. Me protejo, no quiero salir embarazada, eyaculaste dentro de mí.
—Nunca te has quejado —replico.
—Bueno, tal vez porque en el pasado no te ibas a casar con otra mujer, y mucho menos estar a punto de tener un hijo con otra —refuta, lanzándome dagas de fu