BEATRIZ
El aire se me atora en la garganta cuando veo que Nicola está golpeando a Martín a puño cerrado, todo sucede tan rápido, que no me da tiempo a reaccionar, lamentando el hecho de que Luca se haya marchado.
—¡Sr. Hill! —exclamo—. ¡Por favor, deténganse!
No me escucha, al contrario, parece toro desbocado, viendo rojo a un solo objetivo, y ese es mi amigo.
—¡Cómo te atreves a tocarla! —brama.
—¡No es lo que parece! —Martín intenta soltarse de su agarre.
Pero un nuevo puñetazo le cierra la boca, comenzando a sangrar por la boca y la nariz, las manos me sudan, pero como puedo, intento detenerlo, tomándolo del brazo.
—¡Déjelo en paz! —chillo.
Nicola me empuja y casi pierdo el equilibrio.
—¡Ella es mía! —sigue golpeando.
Volteo a mi alrededor en busca de algo que me pueda servir, localizando un jarrón de barro, este tiene agua, lo tomo y se lo vierto por encima a Nicola.
—¡Si se calma, se lo puedo explicar, joder! —Martín escupe sangre.
—No hace falta explicar l