BENJAMÍN
— ¡MILA! — gritó volando hacia ella.
— Está bien... — ella trata de calmarlo.
Agachándose a su lado, la ayuda a sentarse examinando su rodilla.
— ¡Maldita sea, dije que podía llevarte!
— C— cálmate, Adam... — susurró.
— Dime enseguida que te pasa —
— F— hambre... — murmuró en un tono muy bajo.
— Espera... — levanta un tono desafiante. — Dijiste que viniste a encontrarte con el dragón...
— La única sangre que acepta mi organismo es la de Benjamin, pero los gemelos necesitan a Falkor, su poder. Cuando desapareció todo lo que quedó fue que se alimentaran de mí, pero no tengo la fuerza suficiente para mantenerlos con vida —
— ¡Te están chupando