Hayley:
Hamburgo, Alemania
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—¡¿Cómo te atreves a hacerme esto Leon Fischer?! ¡A mi y a tu esposa! —le gritó— ¡¿Sabes la humillación que pase allá afuera?! ¡¿Lo sabes?! —se alejó de el— no puedo creer que te hayas ido con tu amante dejando a tu esposa plantada en el altar, tuvo que casarse sola... Eres un..
—¿Y que querías que hiciera padre? —sonrió de lado— tu sabías que no quería casarme con ella —lo decía sin mirarme—, sabes que amo a otra persona.
—Pues me importa un carajo Leon, vas a cumplir como esposo... Escúchame bien —lo señaló—, si sigues así, voy a mandar a esta muchacha por dónde vino y llamaré a Kai para que asuma el trono y a ti te voy a destituir de tu cargo y te irás del palacio... Es una advertencia y la única que haré, ya estoy harto de que te comportes como un niño, ya no lo eres.
Y aquí estaba yo, mirando las expresiones de León Fischer frente a mi.
Daba pasos enormes de un lado a otro y me miraba como si fuese un bicho raro, también había ese brillo que causaba el odio puro que me tenía, no era para menos, nos acabamos de conocer y hoy nos casaríamos.
Estaba tratando de estar lo más recta posible pero el enorme vestido que tenía encima no ayudaba mucho.
Yo no quería estar aquí, no pedí casarme con el porque fui obligada, eso fue lo que pasó... Fui obligada a hacerlo, no tenía opción.
—¡No me casaré con esta... Mujer! ¡Es mi última maldita palabra! —alzó la voz a su padre.
—Lo harás León, no tienes opción, si no lo haces, jamás serás Rey.
—¡Yo ya tengo a alguien! ¡Gisselle es mi novia!
—Gisselle es una oportunista León.
—Mientes... La oportunista es esta mujer, que vino de quién sabe dónde, ahora resulta que me casaré con ella —rió sin gracia alguna— ¡No me jodas papá!
—Cuida tu lenguaje León Fischer, soy tu padre y el Rey de esta nación, vas a casarte con esta señorita y es mi última palabra.
Y sin más se retiró de la enorme habitación, en estos momentos deseaba con toda mi alma poder largarme de este lugar, yo no quería estar aquí.
Sus ojos azules conectaron con los míos y un enorme escalofrío recorrió mi espalda, el odio que reflejaban su rostro era del más puro.
—Escúchame bien niña... Voy a hacer cada maldito día de tu vida un infierno, no pienses de que porqué seas mi esposa voy a darte el puesto que claramente no mereces, tu solo serás mi esposa por obligación y te usaré para que me des un heredero, del resto no me sirves.
Salió de la habitación dejándome completamente asustada con sus crueles palabras, toda mi vida soñé casarme pero no de esta forma, caminé hasta el balcón de la habitación y podía ver el mar junto con las casas de la nación, lo que me estaba sucediendo no era justo para mí, yo no merezco nada de lo que me está pasando.