Premoniciones
Mitchell:

Cada gota que caía era más ruidosa que la anterior, cada sonido se intensificaba y el espacio se reducía hasta hacerse cada vez más pequeño al punto que tuve que doblar mis rodillas y éstas chocaban contra mi tórax. El aire se desvanecía, mis pulmones suplicaban por oxígeno, mis ojos rogaban ver la más mínima luz que fuera, no había ninguna. Todo era oscuridad y nada más.

Los minutos se convertían en años, las horas en siglos. Mis huesos sentían todo el peso de ese tiempo, mis venas y arterias gritaban auxilio, sentía mis dedos congelarse, quedarse paralizadas, tanto que si la movía, se quebraría como un carbón.

Plink…

Dolor o no dolor, era casi imposible de saber si percibía algún dolor físico u emocional ¿me había acostumbrado al dolor al punto de ya no sentirlo? ¿De soportar incluso el dolor más sobrenatural habido en la tierra?

La necesidad de oxigeno seguía ahí y solía doler, pues tus pulmones no duraban mucho sin esa sustancia vital, no obstante solo era la concien
Rose V. P.

¡Hola hola!, espero que les guste.

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