Con estas palabras, Luciana de repente se sintió insegura y guardó instintivamente su propio bolso.
—Já, tú, una campesina, una aldeana, ¿qué sabes? No vale la pena discutir contigo.
Sin embargo, las dos amigas se miraron entre sí, y tampoco creyeron que Luciana llevara un bolso del año pasado. De alguna manera, Luciana les dio una sensación de nerviosismo.
A pesar de todo, las amigas seguían siendo leales.
—Luciana, no le prestemos atención. Más tarde, hagámosle saber que la brecha entre ella y nosotros no es pequeña.
El semblante de Luciana mejoró considerablemente.
Lina sonrió para sus adentros. Estaba deseando ver qué truco iban a jugar.
Mientras tanto, Alberto estacionó el auto y salió del garaje, pero no encontró a Lina por ninguna parte. Rápidamente le hizo una llamada, pero Lina la rechazó directamente y le envió un mensaje:
—Alberto, hay algo que tengo que manejar. Te contactaré más tarde. — Alberto sacudió la cabeza con resignación y le respondió con un simple “est