El día que fue dada de alta, Leandro le entregó un gran ramo de flores y le dijo:
—Lina, espero que cada día a partir de ahora estés saludable y feliz. —Lina lo recibió con una sonrisa agradecida: —Gracias.
Alberto también se acercó con una expresión sonriente y observó a ambos.
—Lina, esta vez nos asustaste mucho— comentó. —No tienes idea de lo crítica que fue la situación ese día. Gracias a Leandro, que trajo al doctor Blanco, logramos sacarte de la puerta de la muerte. Debemos agradecerle debidamente.
Mencionando a Luis...
Alberto se dio cuenta de que no veía a Luis desde el día de la operación de Lina. Preguntó curioso:
—¿Y el doctor Blanco? ¿Por qué no lo hemos visto?
Leandro explicó:
—Se fue de vacaciones. Es una persona que siempre aparece y desaparece, no te preocupes por él.
Lina añadió con seriedad:
—De todos modos, él es mi salvador. La próxima vez, asegurémonos de agradecerle adecuadamente.
Leandro asintió:
—La próxima vez, lo invitamos a salir.
Unos momen