Capítulo 190 —Los Cimientos del Imperio
Narrador:
El convoy de camionetas negras avanzó por el camino de tierra levantando polvo a su paso. No hacía falta que llegaran a destino para que el pueblo supiera que el Diablo había salido de su cueva. Bastaba verlas pasar, con sus vidrios polarizados y sus movimientos coordinados, para saber que Roman Adler no solo estaba de vuelta, sino que estaba por dejar una marca más profunda.
La última curva dejó ver el terreno. Una extensión enorme, abierta, que alguna vez fue solo pasto seco y viento. Ahora, bajo el sol del mediodía, comenzaban a verse estructuras metálicas elevándose como esqueletos nuevos, listos para recibir la piel de lo que estaba por venir. No era solo una casa. No era solo un edificio. Era una declaración de guerra al pasado. Era territorio reclamado.
Roman bajó de la primera camioneta sin decir una palabra. La puerta se cerró a sus espaldas con un sonido seco, familiar. Caminó con las manos en los bolsillos, pisando firme sobr