Once meses, tres semanas y seis días después...
En la madrugada del cumpleaños de los morochos...
-Debemos ordenar todo para más tarde- escucho a mi esposa mientras está revisando su teléfono como si no hubiera nada más que hacer por ahora.
-Ya todo está ordenado- murmuró mientras me giró para mirarla, su perfil es un sueño, sigue tan hermosa como en secundaria, sus ojitos tan bellos como cada mañana.
-Siempre faltan cosas- dice como si tuviera la razón de todo lo que dice, me hace gracia porque no me provoca ni contradecirla pero ya saben cómo es todo.
-Eres hermosa ¿Lo sabes?- le preguntó aun manteniendo la voz baja, sé que lo sabe porque cada momento que puedo decírselo se lo sigo y eso es prácticamente cada cinco segundos.
-Siempre me lo recuerdas-