Victoria, Victoria, sé mía. No aguanto ni un minuto más sin tenerte. Te quiero toda para mí. Un suspiro de ella y, sin negarse a sus caricias, Andrés entendió que debía seguir.
—Sé que no debemos hacer esto, pero siento que, si no te tengo, moriré de deseos por ti. Te necesito, Victoria, te necesito tanto.
Andrés la besó en el cuello apasionadamente mientras sus manos acariciaban sus delicados pechos. Luego bajó hasta su entrepierna y jugueteó un poco. Lo que más deseaba era estar dentro de ella, pero no lo haría con rapidez; se tomaría su tiempo para su completo disfrute. Mientras él jugaba con la intimidad de Victoria, ella gemía sin parar y lo invitaba a continuar. Decidió saciar de una vez por todas sus ganas y hacerla suya; la tomó por la cintura y se dispuso a penetrarla. Victoria tuvo que sostenerse fuertemente, ya que estuvo a punto de caer cuando Andrés la haló hacia él con fuerza. Su trasero era golpeado rítmicamente mientras él tomaba posesión una y otra vez de su vagina s