CAPÍTULO 101: LA BATALLA FINAL III
Akira jadeaba, su cuerpo estaba cubierto de sudor y sangre mientras enfrentaba a la extraña criatura frente a ella. El dragón era una mezcla aterradora de humano y bestia, y la miraba con una sonrisa cruel. Nunca había imaginado que el hijo del sol, el enemigo al que la luna la había destinado a destruir, tendría una apariencia tan bizarra: su cuerpo esbelto y alargado estaba cubierto de escamas negras, su rostro humanoide pero deformado por colmillos que sobresalían de su boca, y una cola afilada como una cuchilla sobresalía de su espalda.
La loba plateada ya estaba agotada, pero no podía rendirse. Sabía que la batalla aún no terminaba, y que el destino del reino, de su pueblo, y su propia vida dependían de lo que sucediera en esos momentos. Su cuerpo estaba herido, y aunque sus habilidades regenerativas luchaban por mantenerla en pie, sentía cada golpe como si la estuviera rompiendo por dentro.
El dragón lanzó un rugido que sacudió la cueva, sus oj