Capítulo 4
3-Kennedy

—Así que, ya que el gato no está… ¿qué van a hacer los ratones? —dijo Tommy, bromeando.

—Este ratón tiene tarea que hacer, y el Beta me dio algo para probar este fin de semana, así que vamos a jugar a las escondidas. —Todos levantaron la vista con esa frase. Sus caras de sorpresa me dijeron que tendría que ganarme mi libertad.

—No es buena idea, Ken. Ya escuchaste a Jeremiah. Se va a volver loco si se entera de que te dejamos ir sola al bosque —Ben intenta apagar la idea antes de que siquiera empiece.

—¡Fue idea de tu papá! ¡Vamos, Ben! ¿Sí? ¿Por favor?

—Eh, no.

—Jason, ayúdame. Fue una tarea asignada por el Beta, puedes preguntarle tú mismo.

—Puedo garantizar que él no te asignaría algo justo el mismo fin de semana en que el Alfa, la Luna, el Gamma, el Delta y Jeremiah están fuera. Hasta él sabe lo que Jeremiah haría si alguno de nosotros permitiera eso. Y él estará demasiado ocupado dirigiendo la manada como para supervisarte. No hay manera. Te quiero, Ken, pero quiero más a mis bolas —se rió.

—Eh… Tommy, ¿tú qué dices?

—Si ellos se niegan, yo también. Eres demasiado cuando estás en tu modo de "pruebas".Y además me duele el cerebro.

—¿En serio? Ugh, traidores… —lo veía venir, pero valía la pena intentarlo—. Me voy a cambiar. ¿Todavía hacemos noche de películas? ¿O tampoco tengo permiso para eso ya que Jeremiah no está presente? —Me di la vuelta antes de que pudieran responder.

No era su culpa, pero odiaba sentirme como una prisionera. Claramente no había hecho lo suficiente para probarme a mí misma. Tendría que duplicar el entrenamiento.

—¡De fijo veremos una película! ¿Te vas a poner esa cosa sexy que te regalé para Navidad? —gritó Tommy por el pasillo.

Me giré para lanzarle una mirada asesina, pero cedí cuando movió las cejas arriba y abajo.

—Ni en sueños, traidor —le sonreí—. Por tu incapacidad de crecer un par y ayudarme, me voy a poner un montón de capas feas y desaliñadas. —Me di vuelta para irme a mi cuarto cuando lo escuché murmurar:

—Las capas son más divertidas… es como desenvolver un regalo.

Todo un degenerado.

No hicimos gran cosa durante todo el fin de semana, y yo casi no salí de mi cuarto, mucho menos de la manada. Era más fácil que recibir sermones por intentar escaparme. Mantuve distancia de los chicos. Mientras más tiempo pasaba Jeremiah lejos, más me irritaba sentirme como una prisionera, y ellos no se merecían esa ira.

El domingo recibí una llamada de tía Beth, y los demás recibieron un mensaje por enlace mental de parte del tío James. Yo no podía hacerlo porque no era un miembro oficial de la manada. Nuestros ancianos encontraron información que insinuaba que los humanos no podían soportar el enlace de la manada y que intentarlo podía matarme. Así que, naturalmente, tía Beth dijo absolutamente que no, y ni siquiera aceptaba hablar del tema.

Algo pasó y tuvieron que quedarse un día más. No era propio de ella ser tan vaga, pero tal vez había gente alrededor y ese "algo" no era de conocimiento público. Extrañaba a Jeremiah, y las pesadillas estaban empeorando. Todos lo sabían; era otra cosa de la que no hablábamos.

Ben se quedó conmigo anoche después de la llamada. Ni siquiera esperó a que tuviera la pesadilla. Simplemente me siguió a mi cuarto, sin decir una palabra, se metió en la cama detrás de mí y me abrazó mientras yo apretaba la camiseta de Jer, inhalando un aroma que ya había empezado a desvanecerse después de dos días. Las pesadillas parecían peores cuando no esperaba que Jer estuviera presente.

Nadie entendía del todo la conexión que teníamos él y yo; a veces era como si fuéramos gemelos: podíamos sentir las emociones del otro y comunicarnos sin hablar ni usar el enlace mental. Era algo innato.

Lo peor era que no había sabido nada de Jeremiah en dos días. No creía que alguna vez hubiéramos pasado más de 24 horas sin hablar o enviarnos mensajes. Nada se sentía "mal", pero algo definitivamente cambió; era palpable en el aire y me tenía bastante asustada.

La escuela fue difícil el lunes. Incluso con Ben tratando de calmarme, la pesadilla seguía repitiéndose una y otra vez y no podía detenerla ni salir de ella. Ambos estábamos cansados, él simplemente sabía esconderlo mejor. Adopté su estilo y pasé en silencio por nuestro entrenamiento de la mañana y mi primera clase.

Estaba perdida en mis pensamientos después de cambiar mis libros en mi casillero para mi segunda clase.

—¿Muy ocupada anoche entreteniendo? Te ves un poco mal… aunque tal vez así te gusta. ¿Así mantienes contentos a todos esos chicos? Espero que te paguen bien por los servicios, Kennedy.

—Tan ingeniosa, Janelle. Qué bueno saber que nuestro sistema educativo no se desperdició contigo —ni siquiera la miré mientras caminaba. Le tomaría unos minutos darse cuenta de que la llamé estúpida. Suficiente tiempo para llegar a mi siguiente clase.

—¿Todavía siguen con eso? —preguntó Jason desde el asiento detrás de mí. Di un salto; condenado ninja.

—Sí. Es un clásico para ella, pero solo saca esa estupidez cuando Jer no está y no tiene nada mejor de qué hablar. Aparentemente ustedes no dan suficiente miedo como para mantenerla lejos con solo estar presentes. Van a tener que trabajar en eso —le di una sonrisa cansada.

—Bueno, al menos tu humor sigue intacto. Oh… tenemos que irnos. Ya.

—¿Qué? ¡Si apenas llegamos y la clase está por comenzar! —Me ignoró por completo, se levantó y tomó su mochila y la mía. ¿Qué carajos?

—Señor Jones, perdón por interrumpir. El Alfa nos necesita. Es urgente —dijo, señalándome sin apartar la mirada del maestro.

—Necesitaré una confirmación de eso, Jason, antes de que termine el día.

—Sí, señor —fue lo único que contestó, mientras me jalaba del brazo y prácticamente me arrastraba fuera de la escuela.

—¿Qué demonios, Jason? ¿Dónde está el incendio?

—El Alfa dijo que fuéramos ya mismo a la casa de la manada, y que te llevara. Los demás ya están ahí.

Subimos a su carro y manejó hacia la casa de la manada a toda velocidad, y Jason no soliá ser el tipo que entra en pánico.

—Jason, ¿qué está pasando? ¿Todos están bien? —Mi mente estaba a mil por hora, imaginando que algo había pasado con tía Beth o con Jeremiah o incluso con el tío James—. Jason, háblame. ¿Qué está pasando? Me estoy volviendo loca —por fin me miró—. ¿Qué pasó? —Estaba al borde de las lágrimas y ni siquiera sabía por qué.

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—Ay, mierda. Perdón, Ken, ni siquiera pensé… No, todos están bien. Creo. No me dijeron que alguien estuviera herido, y él normalmente empieza por ahí. El Alfa James dijo que tenían noticias y que teníamos que llegar rápido. Eso es todo, lo juro.

Miré por la ventana, tratando de no dejar caer las lágrimas hasta saber qué estaba pasando. El trayecto de diez minutos se sintió como una eternidad; no lograba que mi corazón latiera a un ritmo normal. Solo tenía que verlo, y entonces todo estaría bien. Eso era lo que me repetía mientras llegábamos y veía los carros conocidos en la entrada. También había un carro que no reconocía, una SUV blanca y elegante.

Salté del carro de Jason incluso antes de que lo estacionara y corrí a la puerta principal sin preocuparme por cerrarla. Estaba demasiado alterada y necesitaba ver a Jeremiah antes de perder la cabeza. Crucé la casa casi botando todo a mi paso, directo hacia las voces que venían de la sala común. Entonces lo vi, y ya no tuve ojos para nadie más.

—Jer… —susurré.

Él se volvió hacia mí con la sonrisa más grande que le había visto; se veía tan feliz de verme. Corrí hacia él y salté a sus brazos sin pensar, rodeándole la cintura con las piernas. Enterré la cara en su cuello e inhalé, sintiendo una calma inmediata.

Pero un rugido fuerte y amenazante estremeció toda la habitación y Jeremiah me soltó. Simplemente me dejó caer y se dio la vuelta. Terminé de golpe en el piso, sentada en mi trasero. Me quedé atónita; nunca me había tirado así, no fuera del entrenamiento.

—¿Quién carajos es ella? —bufó una voz femenina que no reconocí. No podía verla detrás del cuerpo enorme de Jeremiah, y todos se habían movido para ponerse a su lado.

—¿Qué está pasando? —pregunté, viendo solo espaldas frente a mí. Por fin junté fuerzas para levantarme del piso y pararme bien. Todos me ignoraban. Mi corazón volvió a dispararse; algo estaba muy, muy mal.

—No lo voy a repetir, Jeremiah —dijo ella. Su voz era aguda y exigente. Podía sentir su poder desde donde estaba, pero no me afectaba; solo sabía que su aura estaba activa, lo que significaba que era de alto rango.

—No es nada, de verdad. Ella es mi mejor amiga, Kennedy. Kennedy, ella es mi compañera, Rayna. —Por fin volvió a verme, pero ni siquiera sabía si realmente me estaba viendo. Sus ojos color chocolate iban de ella a mí, y entendí de inmediato que ya estaba enamorado. Completamente obsesionado con ella. Sentí cómo se me hundía el corazón.

Su sonrisa no era para mí, era para ella. Rayna me miraba como si quisiera atravesarme con esas esmeraldas que tenía por ojos. Era perfecta, literalmente perfecta. Su rostro simétrico y anguloso parecía sacado de un cuento de hadas, era alta y delgada, con curvas generosas en los lugares exactos. Su cabello negro como el cuervo caía en ondas sueltas hasta la mitad de la espalda. Su piel oliva brillaba, y el conjunto deportivo rosa que llevaba la hacía ver atlética en vez de una viajera cansada. Era deslumbrante y se veía increíble al lado de mi mejor amigo.

Decidí ignorar el insulto de que me hubiese soltado y que me ignorara, y me enfoqué en la emoción de él.

—¿Tu compañera? ¡No puede ser! Jer, ¡esto es increíble! —Fui a abrazarlo de nuevo, pero ella volvió a gruñir. Tuve que hacer un esfuerzo enorme para bajar las manos y no tocarlo. Apreté los puños a los lados del cuerpo, incómoda, mientras la habitación entera guardaba silencio viendo el intercambio. Quería alegrarme por él, pero esto no era lo que esperaba. No sabía qué creía que iba a pasar, pero definitivamente no era esto.

Tommy rompió la tensión y se presentó.

—Hola, Rayna. Un gusto conocerte. Seré tu Delta. Él es Jason, tu futuro Gamma, y Ben, tu futuro Beta. Kennedy también es una de nuestras guerreras —dijo, señalándome. Ojalá no lo hubiera hecho; ella se estaba calmando, pero la tensión volvió en cuanto escuchó mi nombre.

—Yo… mejor me voy. Rayna, es un gusto conocerte —dije, dándome la vuelta lo más rápido posible, ignorando las protestas. No tenía idea de adónde iba a ir. Vivía aquí, y ella se iba a quedar aquí, y después vivir aquí… y claramente no le gustaba que yo fuera amiga de Jeremiah. Salí por la puerta principal. ¿Sabía siquiera de mí, de que éramos amigos? ¿O él trató de ocultarlo? ¿Estaba avergonzado de mí, de su amiga humana, ahora que tenía a su compañera? Nunca me había sentido tan fuera de lugar en la casa de la manada. La sensación extraña me revolvía el estómago.

No sabía qué iba a significar eso para nosotros. Nunca había considerado la posibilidad de que a su compañera no me gustara o no me quisiera cerca. Yo solo había asumido que encajaría en nuestro grupo, no que me reemplazaría. Sentí que el corazón se me rompía, igual que cuando perdí an mis padres. Necesitaba respirar… y golpear algo. Fuerte.

Había estado caminando sin rumbo, pero ahora tenía uno claro. Necesitaba llegar al campo de entrenamiento y descargar mi frustración y confusión en pesas y un saco de boxeo. Sentí a Ben y a Jason siguiéndome, lo cual significaba que Tommy tampoco debía estar lejos. Estaban aquí para vigilarme, para asegurarse de que no hiciera nada que molestara a Jeremiah. El pensamiento me enfureció más. Sabía que él sería el futuro alfa, pero ¿por qué siempre tenía que tratarse de lo que él quería y necesitaba de mí? ¿Por qué nadie pensaba en lo que yo necesitaba?

Me cambié en el vestidor, usando la ropa de repuesto de mi casillero, y me vendé las manos para golpear los sacos de entrenamiento, dejando que cada pensamiento inseguro alimentara mi fuego. Los tres estaban esperando afuera. Tommy abrió la boca para decir algo, pero levanté una mano y negué con la cabeza. No quería escucharlos. No quería excusas ni palabras vacías para "tranquilizarme". No podía escuchar nada racional. Solo necesitaba golpear algo.
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