El capitán de seguridad asintió con respeto y dijo: —Señor Rodríguez, tenga usted un buen regreso a su villa. Tras observar cómo Miguel se alejaba, el capitán se giró hacia Ana y su hijo.
—¿Quiénes son ustedes dos? No recuerdo haberlos visto antes en bahía Celestial —Ana desconcertada, no supo qué