—Señorita, su caballo… —dijo el capataz de la caballeriza, entregándole a Carina un caballo negro con patas blancas. Era el hijo del caballo de Román.
—Gracias —respondió Carina acariciando al bello percherón—. ¿Sabe montar, señor Winter?
La pregunta hizo sonreír a Rainer, quien se acercaba con pa